El libro de cuentos de Iván Hirschhorn, El Mundo Extraño en el que Vivimos, consta de 12 cuentos, y propone un viaje a través de universos ficticios, de la realidad más cruda del mundo de las personas y de historias desopilantes. Con cuidado diseño experimental a cargo de Luciano García, ésta es la primera edición formal de Tinta China. Un libro ideado para romper conceptos, un libro que grita revolución y que viene a derrumbar el orden establecido, a denunciar la ausencia de colores y pintar un trayecto posible en un mapa en blanco.
Las lluvias en el Litoral
Las lluvias comenzaron en el Litoral argentino a principios del 2007, y
se prolongarían por dos años y nueve meses. Comenzaron como cualquier lluvia de
verano, un martes como tantos otros. Nadie se sorprendió durante el primer mes.
Por el contrario, fue tomado como un alivio generalizado luego de un semestre
de sequías. La tierra estaba resquebrajada y las grietas eran tan profundas que
absorbían el agua con la misma intensidad con que caía del cielo. Pero luego de
los primeros meses comenzó a acumularse en la superficie, causando estragos en
las plantaciones y llevándose las vidas del ganado como mariposas despedazadas
por un huracán. Empezó un día como cualquier otro, como cualquier lluvia, y
luego no paró. La gente fue tomando con cada vez menos sorpresa la aparición de
hongos que llegaban a tener el tamaño de una mesa y luego estallaban,
cubriéndolo todo de esporas; helechos gigantescos y enredaderas interminables
que convertían en junglas los patios de las casas y sus interiores. Llovió de todas las formas habidas y de
varias nuevas. Llovieron gotas gruesas que golpeaban con estrépito los techos,
gotas finas y gentiles, llovió de un costado y del otro, del Norte y del Sur,
llovieron piedras del tamaño de huevos de dinosaurios, llovieron perros y
gatos. La gente ya no pudo salir de sus casas, las calles de las ciudades se
convirtieron en ríos y las de los pueblos en pantanos. Al cabo de unos meses
comenzaron el desabastecimiento y los saqueos. Luego del primer año ya nadie se
preocupo por salir a trabajar. Fue por esos tiempos que dejaron de funcionar
los servicios eléctricos y el teléfono. Solo la radio establecía un contacto
remoto con el mundo, mientras afuera llovía como si no hubiese llovido en
doscientos años.
En el resto del país también eran épocas desastrosas, el Norte era
arrasado por tifones y tormentas tropicales, además de un nuevo tipo de
tormenta, en la que no llovía y se sucedían en forma constante descargas
eléctricas y truenos que duraban semanas. El Oeste era constantemente sacudido
por terremotos que superaban las escalas vigentes hasta entonces y que
terminaron por separar la Cordillera de los Andes del resto del continente,
dejando una fosa abismal que se decía no tener fondo y de donde emergían las
lúgubres voces del mas allá. Una capa de hielo cubrió el Sur y su vegetación,
los vientos traían del mar un salitre que al respirarlo disecaba en el acto
toda las formas de vida. Las islas del Sur desaparecieron con la subida del
Atlántico, como consecuencia del derretimiento de los Polos, así como gran
parte de la costa y el Uruguay. El resto del territorio nacional era asolado
por una voraz sequía, los bosques se incendiaban, la gente se carbonizaba
caminando e incluso podían escuchar el sonido de sus propios cerebros
derritiéndose.
El panorama en otros lados del globo no era mas alentador, Oceanía había
quedado sumergida, así como gran parte de Asia y Europa; el Amazonas estaba
incendiándose desde hacia cuatro años, el Norte de Sudamérica había sido tapado
por el humo y todos los pobladores muertos asfixiados. Los más poderosos
ciudadanos europeos y norteamericanos habían escapado en naves espaciales en
busca de un nuevo planeta para destruir. En vista de ello los habitantes del
Litoral se abandonaron a su destino. Apagaron las radios, se sentaron a tomar
mate y contemplar la lluvia que caía, tan familiar, tan lejana, a través de los
cristales empañados.
Pero como todo lo hacia en esas épocas el mate también se acabo, así
como las ganas de mirar por la ventana.
La humedad siguió ganando terreno en las casas y en los corazones, las
paredes se descascaraban y el cielorraso caía en pedazos pastosos sobre las
cabezas de la gente, pero ya nada les afectaba, siguieron impasibles, con la
mirada perdida esperando la muerte, ni siquiera repararon de las grietas en los
pisos y la verdosa capa de hongos y musgo que iba lentamente cubriéndolo todo,
hasta cubrirles la piel, cerrarle los ojos e introducirse en sus sistemas.
Hasta que ellos mismos terminaron por convertirse en hongos, alimentándose de
un aire que era cada vez mas espeso y mas mojado. Y nada cambió mucho, salvo
que dejaron de esperar la muerte y comenzaron a vivirla.
Juanito y su
lombriz mágica
Juanito era un niño feliz,
dicharachero, un soñador futbolista de campito, era un nene muy bueno, ayudaba
a su mamá a amasar los ñoquis del veintinueve y se pasaba largas horas en el
taller mecánico con su papá y su tío Pepe, observando como les daban a las
tuercas, a los mates, las facturas y las charlas de hombres sobre fútbol o
política y, estando con ellos, se sentía más grande y canchero. Juanito era un
niño feliz, dicharachero, y lo que más quería más que nada en todo el mundo era
su granja de lombrices, las cuidaba, las alimentaba con cáscaras de papa, las
regaba, les ponía moñitos y les contaba cuentitos de lombrices cuando se
acostaban. Eran maravillosas, como Juanito además de dicharachero y picarón era
un alumno muy aplicado (y un experto en lombrices), sabía que estos seres
invertebrados eran lo que se llama hermafroditas, o sea, que eran varón y mujer
al mismo tiempo, entonces les puso nombres cómo Cholo Teresa, Claudia José,
Rosa Raúl o Marcos Vanesa, pero a algunas que tenían cara más de varón o de
nena les elegía lo que iban a ser. Era la comuna de lombrices más felices del
universo. Hacían desfiles para celebrar los lunes, los martes y los miércoles,
el resto de los días producían humus y a la noche volvían a sus cuevitas a ver
tele.
Un martes de fiesta la comarca se
vio revolucionada por el nacimiento de una larva plateada, que apenas llegada
anunció a su pueblo “El amor es lo mais bonito que puede sucederos, gracias por
existir lombrices” Nadie lo podía creer, Supamá (así se les dice a los
progenitores en lombriz) le dijo “Oh, capullito de luna, yo no te merezco, soy
solo un simple obrerito”, a lo que el reciente contestose “Tu, al igual que tu
maravilloso pueblo, eres un obrero, un obrero del amor a Dios”. La lombrizada
enloqueció de júbilo ante el advenimiento de tan buen presagio, el líder
político de una era de paz, que gobernaría con buen corazón y guiaría a su
especie a la iluminación.
Juanito pasó esa mañana en la
escuela, volvía muy contento porque traía cómo ingrediente especial para el
desfile miguitas de buñuelo que juntó abajo del banco de un compañero. La iban
a pasar bomba. Cuando llegó le pidió a su mamá cinco litros de chocolatada, fue
hasta el latón de la colonia y se las sirvió en chapitas de gaseosa. Pero las
lombrices estaban en otra cosa, no aparecían. Pidió permiso en idioma lombriz e
hizo un huequito para enterarse de qué pasaba y ahí las encontró, como
hipnotizadas, reverenciando y sirviendo a la lombriz plateada. La pequeña
larvita sentada en su trono de cáscara de papa, prometía sensación
revolucionaria, paz y belleza eterna, aniquilación del enemigo hasta las
últimas consecuencias. Luego se percató de que alguien le observaba y exclamó
vigorosito “Oh, tu debes ser Juanito, el que convida maravillas y de la colonia
cuida, en nombre del amor te agradezco tus gestos de buena bondad. Yo soy
Larvita Pichín, quiero ser tu amiguito y hacerte sentir bonito” y luego
aconsejó a sus amigas las lombrices organizaran una gran celebración a la
altura de tan dichosa ocasión.
Y así comenzó la hermosa fiesta
que nadie habría de olvidar nunca jamás de los jamases, con miguitas de buñuelo
y chocolatada, en el latón iluminado por antorchas. Las lombrices bailaron
extasiadas al compás de la música tecno.
En un momento ya descontrolado de
la conga, la larvita cariñosa le dice a Juanito “Vení, Juanito, vení. Que te
voy a contar un secretito”, Juanito la levanta de su trono de cáscara con su
habitual desenfado y la deposita sobre su hombro para escuchar mejor lo que le
quería decir su nueva amiguita. Y la larvita chiquitita le dice “Bssssss,
bsssss amorcito, bsss por siempre bssss bssss tu y yo”. Juanito no entendía
nada, entonces le dijo “vení más cerquita, larvita amorosa y buenita, vení más
cerquita que no te escucho”. La larvita se mete en su oído y le dice “Yo te
quiero mucho larguirucho, pero es momento de morir”. “Bueno dale” le dice
Juanito y luego lo piensa dos veces y dice “¿Eh?, morir no es divertido…”. Pero
era demasiado tarde, la larvita ya se había metido en su cerebro y depositado
millones de huevesillos. Luego le dijo “morir puede ser divertido” y lo obligó
a vaciar veinte litros de kerosén en el latón de sus amigas.
Y ese fue el final de la colonia y
de la corta vida de Juanito. Lo que nos deja como enseñanza que los líderes
populistas no siempre son tan buenos como parecen, y que sus regímenes no
tardan en adquirir características sanguinarias.
Ivan Hirschhorn
Escritor y músico nacido en 1983 en Concepción del
Uruguay, en el 2005 pública en forma independiente su primer libro de poesía,
titulado Tiempos Descalzos, al cual sucederían Cuaderno de invierno
azul, Naturaleza y La ley de la Selva, todos ellos publicados
por el mismo medio. Posteriormente participa de la gestación y publicación de La
Calor, revista de humor y poesía de distribución gratuita y del experimento
de creación colectiva Gallito de lata. En 2009 crea junto a David
Pietroboni la editorial y cooperativa de escritores Tinta China con el fin de
brindar a escritores locales la posibilidad de mostrar su trabajo. En 2010
publica El mundo extraño en el que vivimos, su primer libro de relatos.
Es miembro activo de la FLIA (Feria del Libro Independiente y Alternativa). Como músico fue miembro de
Juana en Marte y en la actualidad recorre los bellos caminos de la vida y las
melodías junto a Algún Ente. Se puede tener acceso a sus relatos y poesías a
través de su página en Internet: www.manipulandogenes.blogspot. com.
El libro tiene un costo de $20 y puede ser solicitado a la editorial así como a su autor: ivanhirschhorn@hotmail.com
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